CÓRDOBA.- A los 90 años, y con el récord de 13 condenas a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, murió ayer el exgeneral Luciano Benjamín Menéndez, que fue jefe del Tercer Cuerpo de Ejército entre 1975 y 1979 y uno de los hombres fuertes en los años más sangrientos de la dictadura militar. Había sido internado hacía unas semanas, mientras afrontaba otro juicio y cumplía prisión domiciliaria. Entre los delitos por los que fue juzgado y condenado figuran desapariciones, asesinatos, secuestros, torturas, violaciones y robos de bebés. Se encontraba implicado en 800 causas por delitos de lesa humanidad.
Menéndez, alias el Cachorro, controló diez provincias desde el Tercer Cuerpo de Ejército, cuyo asiento se encontraba en Córdoba. Fue uno de los líderes del "ala dura" de los militares (se sublevó contra Roberto Viola por rechazar a los "conciliadores y trenceros") y estaba convencido de que había que entrar en guerra con Chile. Tenía bajo su mando 20 regimientos y unos 15.000 efectivos.
A raíz de sus condenas judiciales, Menéndez fue dado de baja del Ejército por el Ministerio de Defensa, mediante la resolución 409, del 27 de mayo de 2011.
Durante su jefatura militar creó el centro clandestino de detención y tortura La Perla, camino a Villa Carlos Paz, por donde se estima que pasaron unas 3000 personas. En agosto de 2016 sumó otra condena a perpetua en el marco de la megacausa La Perla, en la que se juzgaron los crímenes en esa cárcel ilegal; fue el primer fallo que reconoció la existencia de delitos de lesa humanidad antes del golpe de 1976. Escuchó la sentencia como todas las otras, sin que se le moviera un músculo de la cara, sin hacer un solo gesto.
"Nuestros enemigos fueron los terroristas marxistas. Jamás perseguimos a nadie por sus ideas políticas", dijo, por ejemplo, antes de ser sentenciado a perpetua, junto al dictador Jorge Rafael Videla, en diciembre de 2010 por los fusilamientos de presos políticos en la UP1 de Córdoba.
Apenas se conoció su muerte, se multiplicaron las repercusiones en las redes sociales. Mientras recorría obras en Río Cuarto, el gobernador cordobés, Juan Schiaretti, quien acompañó a Abuelas en la megacausa, dijo que la dictadura fue "nefasta", al igual que quienes la integraron: "Todo lo que tenía que decir sobre Menéndez lo dije cuando él estaba en vida. No es cuestión de repetirlo ahora que murió. Por eso asistí a los juicios donde se lo condenó", expresó.
La última vez que Menéndez habló ante la Justicia lo hizo frente al Tribunal Federal Nº 1 en noviembre pasado, en un nuevo proceso por delitos de lesa humanidad. "¿Antecedentes penales? Lo único que tengo en mi haber son estos juicios, que son 'artificiales'. Ni siquiera he pasado un semáforo en rojo en mi vida", dijo.
Considerado uno de los rostros más temibles de la dictadura, Menéndez había nacido en la ciudad bonaerense de San Martín, en 1927. Beneficiado en agosto de 2012 con la prisión domiciliaria, vivía en el barrio Bajo Palermo en una casona que, hasta hace tres años -cuando ella murió-, compartía con su esposa, Edith Angélica Abarca. Ambos tuvieron siete hijos. El apodo Cachorro se lo pusieron cuando entró al Ejército por ser hijo y nieto de militares; en el Colegio Militar -de donde egresó en 1945- consiguió siempre notas altas. Fue compañero de promoción de Leopoldo Fortunato Galtieri, Ramón G. Díaz Bessone y Albano Harguindeguy, entre otros.
Formado en el arma de Caballería, a los 45 años recibió el grado de general, durante el gobierno de Alejandro Lanusse, y en ese momento fue el oficial más joven en lograr ese ascenso. Entonces dijo: "Necesitamos una guerra por generación". En su libro Cachorro, vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez, el periodista Camilo Ratti repasa que aprobó de manera brillante los cursos de Fort Lee, en Estados Unidos, de donde "regresó convertido en un cuadro de la Guerra Fría en defensa del mundo 'occidental y cristiano'".
En agosto de 1984, tras la recuperación de la democracia, Menéndez fue al programa televisivo Tiempo nuevo, de Bernardo Neustadt. Cuando se retiraba -sentado en el asiento delantero de un Ford Falcon-, descendió para enfrentar a quienes le gritaban "asesino, cobarde" y los encaró con un cuchillo; la foto de Enrique Rosito, de la agencia DyN, recorrió el mundo.
No había sido alcanzado por la ley de obediencia debida, por lo que pudo ser juzgado, pero en 1990 fue indultado por el entonces presidente Carlos Menem, junto con otros generales. En 2005, la Justicia declaró inconstitucionales las medidas. La primera condena a prisión perpetua fue en 2008, en Córdoba, por el crimen de militantes en La Perla.
En 1997 generó fuerte impacto y amplio rechazo su presencia en el palco oficial del entonces gobernador Ramón Mestre. Es la foto que sectores de izquierda y militantes de derechos humanos le cuestionan al actual ministro de Defensa, Oscar Aguad, quien en ese momento era funcionario provincial.
La agrupación Hijos de Córdoba Capital describió en Twitter: "Se murió la muerte; a las 11.20 murió el genocida Luciano Benjamín Menéndez". Fue muy generalizada en los mensajes la referencia de Menéndez como el "mayor genocida" y que, sin nunca disparar él un tiro, se encargó de planificar las muertes y las torturas desde la jefatura del Tercer Cuerpo de Ejército. Testimonios en los juicios dan cuenta de que hacía participar de los secuestros y fusilamientos a todos los oficiales para que después "no pudieran abrirse".
En mayo de 2017, la Corte Suprema de Justicia de la Nación desestimó el recurso de queja presentado por el represor Menéndez en contra de la sentencia que lo condenó a prisión perpetua por el asesinato del obispo riojano Enrique Angelelli, el 4 de agosto de 1976, cuando el religioso trasladaba en su auto documentación sobre la muerte de otros curas.
Nota extraída de: https://www.lanacion.com.ar/2112751-luciano-b-menendez-un-simbolo-de-la-dictadura-que-acumulo-13-cadenas-perpetuas