“El Pelao”, (como le decían cariñosamente todos sus amigos, seguidores, feligreses y compañeros) Enrique Angel Angelelli, nació el 17 de julio de 1923 en Córdoba y fue obispo de La Rioja desde el 11 de julio de 1968. “Enfrenta un sector de la feligresía riojana al Obispo Angelelli y pide al Nuncio su remoción”. El título de esta nota que puede leerse en la edición del vespertino “La Razón” de fecha 19-6-73 permite focalizar una constante; la lucha de Angelelli contra la oligarquía terrateniente y los patrones nativos; católicos de cartón, que cuando vino un ministro de Dios a aplicar el Evangelio se horrorizaron, se escandalizaron, hablaron de un “obispo rojo”. Como no lo pudieron silenciar, lo mataron. Lo asesinaron inventando un accidente automovilístico el 4 de agosto de 1976 en esa provincia, en Punta de los Llanos. Es que era muy peligroso alguien que decía desde el púlpito, públicamente: “No habrá paz si no vivimos en la justicia” ó “Yo no puedo predicar la resignación” y que se había opuesto públicamente al golpe militar de Videla & Co. Con su asesinato lo único que lograron estos sicarios fue elevarlo a la categoría de profeta y mártir. Por último cabe recordar su postura frente a la juventud revolucionaria y el uso de la violencia: “Nadie quiere matar a otro hombre por matar a otro hombre, eso no está en la naturaleza humana. Por eso cuando nos encontramos con una juventud casi comenzando a vivir, que no está mezclada con los intereses, las trenzas y los juegos de los adultos, que es capaz de derramar su propia sangre –aunque se pueda discutir si el método que usa es equivocado- esa es una sangre que hay que respetar para poder escuchar la voz que tiene adentro. La voz dice que algo no camina en esta sociedad. No nos rasguemos las vestiduras. No condenemos. Vayamos a las causas...”. Actualmente en el barrio de Nueva Pompeya, hay una plaza pública “Obispo Enrique Angelelli” entre las calles Ferré, Berón de Astrada, Matanza y Avenida Erezcano. Y además, en la ciudad de Villa Mercedes, San Luis por ordenanza Nº 1362-o, del 20 de agosto de 2002, hay una calle con su nombre.
Nota redactada por Alejandro Angel Salvagno Olmedo.