Logo Municipalidad de Florencio Varela
Biblioteca de la memoria
NOTICIAS
31/01/2017
A 40 años de la desaparición de Dagmar Hagelin, la Justicia está cerca de emitir una sentencia.


La joven de origen sueco Dagmar Hagelin fue secuestrada hace 40 años por un grupo de tareas de la Armada al mando del genocida Alfredo Astiz, pero la justicia por la que su padre Ragnar, fallecido en 2016, luchó desde el momento de la desaparición de la joven, podría llegar en los próximos meses, cuando se dicte la sentencia sobre este crimen de lesa humanidad, en el marco de la mega causa ESMA. 

"La causa de Dagmar es parte de mi vida. Seguí el expediente desde 1979, cuando era un joven abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), y desde entonces acompañé a Ragnar. Recién ahora, después de tanto tiempo, estamos cerca de lograr una sentencia", señaló en diálogo con Télám Luis Zamora, que es el representante de la familia Hagelin en esta causa. 

Dagmar tenía 17 años y era una integrante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) -una agrupación de superficie alineada con la organización Montoneros- cuando se produjo su captura el 27 de enero de 1977, en la localidad bonaerense de El Palomar.

Dos años antes, la joven se vinculó con Norma Burgos, quien era la esposa de Carlos Caride, un histórico referente de la izquierda peronista que había fallecido en mayo de 1976 en un enfrentamiento con efectivos policiales.

Un grupo de tareas de la Marina al frente de Astiz llegó el 26 de enero a la casa donde Burgos vivía con sus padres y permaneció en ese lugar toda la noche para capturar a María Antonia Berger, dirigente de Montoneros y sobreviviente de la Masacre de Trelew.

En la mañana del 27, Dagmar llegó a esta casa ubicada en la calle Sargento Cabral 317 y, como tenía un gran parecido con Berger, los militatres la confundieron e intentaron someterla.

Al verlos, la joven comenzó a correr y Astiz, tras perseguirla unos metros por la calle La Pampa, puso rodilla en tierra y le disparó un tiro que rozó en la cabeza de la víctima y provocó su caída.

Los marinos se apoderaron de un vehículo en el barrio e introdujeron a Dagmar en el baúl. Según los testimonios que los vecinos dieron años después ante la Justicia, aún estaba viva.

"Al mediodía y al ver que su hija no llegaba, Ragnar se preocupó y se fue para el barrio donde vivían los Burgos, los vecinos le contaron lo que había sucedido. En la Comisaría de Morón le mostraron un acta en la cual la Marina había pedido una zona liberada", recuerda Zamora.

En su condición de hijo de suecos, nacido en Chile y naturalizado como argentino, Ragnar decidió pedir ayuda de la embajada del país escandinavo, y el diplomático Bertie Kollberg, a cargo de esa delegación en Buenos Aires, le confirmó que Dagmar estaba cautiva en la ESMA.

"El 30 de enero decidió ir a la ESMA con su cuñado, Oscar Amerio, que era suboficial del Ejército, a pedir información sobre su hija. En la guardia les dijeron que se fueran porque 'iban a ser boleta'", evoca el ex diputado nacional y dirigente trotskista.

"Lo curioso es que me enteré de esto cuando Amerio declaró el año pasado en la megacausa ESMA. Ragnar nunca me le había dicho a pesar de todos los años que anduvimos juntos de tribunal en tribunal. Se ve que no quiso exponer a un pariente que lo había ayudado", agrega Zamora.

Archivos desclasificados en 2015 por Cancillería argentina muestran que Suecia le solicitó información sobre Dagmar a las autoridades militares, y, en uno de esos oficios, se aseguró que, con ese nombre, no figuraba "ninguna persona entre los registros de los detenidos vinculados a la guerrilla y la subversión".

Además, el gobierno argentino aseguraba que "los registros se actualizaban de forma permanente", y advertían que contestaban los requerimientos de Suecia "por cortesía, ya que la señorita Dagmar Hagelin era ciudadana argentina".

Estocolmo hizo múltiples reclamos y, en 1979, contactó a Zamora y al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) para que iniciaran una búsqueda de paradero ante la Justicia. Pero todos los esfuerzos realizados por esta vía resultaron infructuosos.

En diciembre de ese año, Norma Burgos, que había sido liberada de su cautiverio en la ESMA, estaba España, donde tomó contacto con autoridades suecas, a quienes les relató que Dagmar había sido "trasladada", según lo que sus captores le comunicaron.

Burgos vio a Dagmar en varias ocasiones. Contó que tenía una venda en la cabeza y que como producto de las lesiones que sufrió en las sesiones de tortura tenía un problema para contener esfínteres.

Ragnar Hagelin recibió amenazas y debió dejar Argentina a principios de los '80, cuando pidió asilo en Suecia, para regresar al país, ya con el retorno de la democracia, tras la asunción del presidente Raúl Alfonsín. 

"Durante la dictadura, el juez (Luis) Pérez Rabellini se declaró incompetente, pero en enero de 1984, nos presentamos ante los tribunales de Morón y con la instrucción de un magistrado llamado Luis María Chichizola, se hizo una instrucción con la cual se identificó a Astiz como principal autor del hecho", repasa Zamora, ex referente del Movimiento al Socialismo (MAS).

Sin embargo, desde el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas se informó que el caso había sido sobreseído tras la realización de un sumario secreto en el que declararon Astiz y los represores de la ESMA Antonio Pernías y Jorge "Tigre" Acosta.

"Pese a todo logramos que la causa pasara a la Justicia Federal y el juez (Miguel) Del Castillo ordenó la detención de Astiz a mediados de 1984, después de muchas demoras. Pero al año lo liberaron porque la Cámara Federal consideró que la acción había prescripto. La Corte ratificó ese fallo y, dos años después, la causa se cerró. Parecía que de nada había servido que Ragnar hubiera declarado en el juicio de las juntas", recuerda Zamora.

Con las leyes de Punto Final (1986), Obediencia Debida (1987) y los indultos (1989 y 1990) dictados por el presidente Carlos Menem, todos los acusados quedaron en libertad y sin posibilidad de ser juzgados.

En 1995, Zamora decidió abrir una causa penal por Dagmar Hegalin, a pesar de la vigencia de las denominadas leyes de impunidad, con la esperanza de que, tras una serie de instancias, el caso llegara a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde creía que el país podría recibir una condena.

Ragnar logró cobrar una reparación e impulsó los juicios de la verdad, en los cuales debió presentarse Astiz, quien se amparó en las leyes que lo beneficiaban para no dar información. 

El expediente sobre la desaparición de Dagmar Hagelin se reabrió en 2006, tres años después de que el Congreso anulara y la Corte Suprema de Justicia declarara inconstitucionales los indultos y las leyes que impidieron investigar a los militares que cometieron violaciones a los derechos humanos durante los años del terrorismo de Estado.

La investigación por la desaparición de Dagmar quedó a cargo del juez federal Sergio Torres, quien instruye en la denominada megacausa ESMA, y elevó el caso a juicio oral en 2014.

En marzo de 2016, Zamora produjo su alegato sobre esta causa en la que interviene como querellante ante el Tribunal Oral Federal 5, y ahora espera que a mediados de este año se produzca una sentencia.

Sin embargo, lamenta que Ragnar, quien murió en octubre del año pasado, en Suecia, no haya vivido para ver una condena a los asesinos de su hija. 

"Emigró en los '90, pero desde allá siempre siguió las alternativas del caso. Batallamos muchos años juntos y el hecho de que no haya llegado para ver una sentencia es un gran dolor. Al menos, después de 40 años, sentimos que estamos cerca de ganarle a la impunidad", puntualiza Zamora. 

 

Nota extraída de: http://www.telam.com.ar/notas/201701/178148-desaparicion-dagmar-dagelin-justicia-sentencia.html