Coordinadora del Área de Programas y Actividades del Ente Público Espacio Memoria, la antropóloga Mariana Croccia escribe sobre la experiencia 2016 del programa “Jóvenes y Memoria. Recordamos para el futuro”, en el que este año participaron más de mil estudiantes de la Ciudad de Buenos Aires.
“El programa Jóvenes y Memoria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es impulsado desde el Ente Público Espacio Memoria y DDHH (ex ESMA) desde 2011, en articulación con el proyecto homónimo que la Comisión Provincial por la Memoria desarrolla desde 2002 con estudiantes de la provincia de Buenos Aires.
Es notable el crecimiento que tiene el programa año a año. De los 350 participantes en 2011 hemos pasado a más de 1000 durante 2016. Aproximadamente cinco mil estudiantes participaron en estos cinco años. “Jóvenes y Memoria – CABA” ha sido declarado de interés educativo y las capacitaciones que se brindan son consideradas parte de la formación docente con puntaje reconocidas por el Ministerio de Educación de la Ciudad desde 2012 en adelante.
El mejor índice de lo que logra el programa, sin embargo, lo dan los propios jóvenes. Durante el año eligen sus proyectos sobre memoria y dictadura y también en relación con problemáticas actuales de derechos humanos que los atraviesan y los circundan en sus realidades cotidianas. Hacen una valoración más que elocuente sobre la importancia que tiene un proyecto educativo de estas características, que sale de los parámetros tradicionales de la educación formal. Es gratificante escuchar su voz, cómo se interesan por lo que pasa en sus escuelas, lo que les pasa a ellos en tanto jóvenes, en sus barrios, cómo quieren conocer qué es lo que nos sucedió como pueblo antes, durante y luego de la dictadura. Ellos mismos vinculan en sus búsquedas cuáles son las relaciones entre ese pasado que nos constituye y el presente que vivimos. Demuestran un disfrute en investigar raramente visto en las instituciones educativas formales y que llama a la reflexión. Quieren saber, quieren aprender, quieren relacionarse con otros, quieren hacer.
El programa ya se ha instalado en las escuelas, no solo por la difusión que se hace institucionalmente sino también por el “boca en boca”: los chicos llaman a los chicos a participar. Con el estímulo y seguimiento de los docentes, a los cuales estos jóvenes valoran muchísimo, cuentan cómo los incentivan, cómo los acompañan y cómo promueven su interés.
La experiencia del encuentro que se hace al finalizar cada año en el Complejo Turístico de Chapadmalal es única y difícil de transmitir. Este año, en diferentes tandas, participaron alrededor de 13 mil jóvenes de diversas escuelas de provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires y Rosario. Uno de los objetivos es la integración y por eso los talleres promueven que interactúen chicos y chicas de distintas escuelas y lugares. Los jóvenes se involucran durante todo el año en sus proyectos, con instancias de aprendizaje y seguimiento, que en la Ciudad de Buenos Aires hacemos en el Espacio Memoria, hasta llegar al encuentro final como instancia fundamental del programa. Ahí pueden valorar los proyectos que desarrollaron y apreciar los que otros hicieron, aprenden compartiendo, debatiendo, viendo las producciones en los auditorios o interviniendo en los foros y talleres de debate. También participan de los llamados talleres de producción, planificados en un formato que integra pibes quienes voluntariamente se anotan de acuerdo a sus intereses y habilidades artísticas.
Durante los tres días del encuentro, van armando una performance que vincula temáticas en relación a la memoria y los derechos humanos con expresiones artísticas de distinto tipo: musicales, murgas, bailes, murales, teatro, etcétera, y esa elaboración es mostrada en el cierre del encuentro.
El programa Jóvenes y Memoria, como tantos otros que se hacen desde diferentes instituciones, lugares y sitios de memoria de toda la Argentina, es un espacio conquistado con el resguardo y la promoción de los organismos de derechos humanos, con compromiso y con acción, en el que la colaboración entre equipos de trabajo, docentes y estudiantes es fundamental. Este 2016 nos demostró que juntos es la forma de defenderlos.
Estos años muestran que programas de estas características tienen un valor educativo, social, cultural y político que excede lo numérico. Los pibes aprenden y, a su vez, nos enseñan. La creatividad y reflexión de los jóvenes es realmente abrumadora, contagia energía. Al momento de irnos, una siente que con chicas y chicos así un mundo mejor es posible.”
Nota extraída de: http://espaciomemoria.ar/noticia.php?not_ID=920&barra=noticias