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NOTICIAS
23/10/2016
“Trabajar en Abuelas me permitió comprender la militancia de mis padres”
Lorena Battistiol Colayago, relata su historia.

Lorena y Flavia son nietas de María de Colayago, Abuela de Plaza de Mayo. Y Lorena forma parte de la lucha de ese organismo: es vocal en la comisión directiva de Abuelas y una de las conductoras de “Identidad en construcción”, el programa de Abuelas en www.laimposible.org.ar, la radio que se emite desde la Casa de la Militancia de H.I.J.O.S. en la ex ESMA. 

La familia materna de Lorena es de Tucumán. Luego se mudaron a la provincia Buenos Aires; primero se instalaron en Tortuguitas y más tarde se fueron a vivir a José León Suárez. La mamá, Juana, se quedó en Tucumán con una tía abuela, que era obstetra y no tenía hijos. Recién llegó Buenos Aires a los 10 años. Trabajó como niñera hasta que entró a trabajar en una fábrica de shampoo. 

La familia del padre llegó de Italia en la década del cincuenta, cuando Egidio tenía dos años. Pasaron por el Hotel de Inmigrantes, luego se fueron a vivir a Remedios de Escalada y finalmente se instalaron en Boulogne. Egidio se empleó en la misma fábrica de shampoo que Juana. Allí también trabajaban el abuelo paterno y los tíos maternos de Lorena. Egidio formaba parte de la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP) de Montoneros Zona Norte; y tras dejar la fábrica pasó a emplear en Ferrocarriles Argentinos. 

Egidio y Juana desaparecieron el 31 de agosto de 1977. En esos días, desaparecieron diez ferroviarios con sus familias. Todos pertenecían a los talleres del ferrocarril de José L. Suárez y de Boulogne. “La noche anterior vinieron a buscarlo a mi viejo, a la casa donde vivíamos nosotras con mis padres, una hermana de mi papá y su hija. Se quedaron toda la noche esperándolo, porque también trabajaba haciendo guardias nocturnas en SEGBA. Cuando mi papá regresó, lo golpearon y nos cargan a todos en tres autos. Se produce una discusión y deciden dejarnos en la casa de una vecina. Al resto los llevaron a Campo de Mayo. Esa noche les avisaron a mis abuelos; y ellos nos fueron a buscar a mi hermana y a mí”, cuenta Lorena. A los cinco días, liberaron a la tía y a la prima de Lorena, que tenía 13 años, junto con las familias de los otros ferroviarios que se habían llevado. A partir de ese momento comenzaron a vivir con abuelos y tíos. La abuela María, que vive aún, ya entrada la democracia, se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo. 

 

¿Cómo fueron los relatos que tuviste de la desaparición de tus padres a partir de la niñez?

Yo tenía once meses y mi hermana tres años y medio. Ella tiene recuerdos difusos, como imágenes. Gracias a la ayuda de muchas personas, ella pudo ir definiendo esas imágenes. Trabajó también en Abuelas y ahora es directora de Derechos Humanos en el Municipio de Escobar. Alrededor de los ocho años fue cuando me enteré de la totalidad de los hechos, incluso de que mi mamá estaba embarazada cuando se la llevaron. De todos modos, siempre estuvo presente la esperanza de que mis viejos volvieran; casi diría, hasta que me fui de la casa de mi abuela. En la Navidad era la fecha en que pensábamos que iban a volver. Mis abuelos tenían esa obsesión con la Navidad y de por sí la recuerdo como un ritual muy triste. Cuando mi tía (hermana de mi mamá) se casó, también se hizo cargo de nosotras, especialmente de nuestra educación. Nos fuimos incorporando a Abuelas por el 2001.

¿Cómo comenzaron la búsqueda de ese hermano o hermano que saben que nació en cautiverio?

Mi hermana era más grande y me iba explicando todo. Al principio yo le decía mamá y papá a mis abuelos y ella me decía que no eran mis padres y me mostraba las fotos de ellos. Me hacía entender estas cosas. Yo pasé una adolescencia común como cualquier otro chico, aunque la viví muy enojada con mis padres aunque no estuvieran. Me enojaba la elección política que habían hecho, vivía enfurecida sintiendo que me habían abandonado. La búsqueda de mi otro hermano la comenzó mi abuela. Ahí fue un momento bisagra, cuando en Abuelas tenían datos sobre mi papá y mi mamá por el EAAF; y comenzamos a decirnos “cómo puede ser que otros estén haciendo algo y nosotras nada”. Así fuimos asumiendo la búsqueda de ese hermano o hermano con mayor compromiso y aprendiendo de otros hermanos. 

¿Qué significó en tu vida sumarte a Abuelas?

En 1998 me fui a vivir a Tucumán, estuve pocos años, pero de algún modo me independicé de los mandatos familiares y volví decidida a ir a Abuelas y comenzar la búsqueda. Primero fui en forma voluntaria para trabajar en el Archivo Biográfico mientras mantenía mi otro trabajo. En febrero de 2002, con la crisis, me quedé sin trabajo; y me incorporé de lleno a Abuelas. Fue un cambio enorme, fue todo. Fue entender la militancia de nuestros padres, entender a las familias del interior y cómo vivían este tema y las diferencias en cada región o provincia. También es muy importante la relación con la gente de mi generación que tuvieron vivencias parecidas. 

¿Cómo avanza el programa Abuelas en radio?

El programa va, paso a paso, pero va. Fue una gran invitación que nos hicieron desde H.I.J.O.S. Básicamente es Clarisa (Veiga) quien organiza el programa y todas las semanas tenemos mucho para comentar sobre lo que hacemos en Abuelas. También es importante la iniciativa de “Solidarios por la Identidad”, que impulsan Javier Margulis y Conrado Geiger, que está funcionando muy bien. Realmente es fabuloso porque vemos la verdadera devolución de la sociedad a toda la tarea que vino haciendo Abuelas a lo largo de todos estos años. 

Nota extraída de: http://espaciomemoria.ar/opinion.php?op_ID=121&barra=opinion&titulo=opinion